Citius, altius, fortius et mens sana in corpore sano
"Los ciclistas deciden no correr el Campeonato de España en protesta por las informaciones sobre el dopaje"
En diversos medios ha aparecido la noticia del boicot de los profesionales españoles del ciclismo al Campeonato de España, en protesta por las acusaciones genéricas de dopaje aparecidas recientemente en los medios de comunicación. Desde la sorprendente detención de varias personas vinculadas al mundo del ciclismo por parte de la Guardia Civil a finales de mayo, se han sucedido las acusaciones veladas contra los deportistas profesionales, especialmente los ciclistas.
Dado lo poco avanzado de las investigaciones, aún no hay acusaciones concretas. Estamos pues en aquella extraña situación en la que, mientras no se demuestre lo contrario, todos parecen culpables. Supongo que este sentimiento es el que ha llevado a los corredores españoles a plantear su boicot como forma de llamar la atención a su situación de total indefensión ante la opinión pública.
Dado lo poco avanzado de las investigaciones, aún no hay acusaciones concretas. Estamos pues en aquella extraña situación en la que, mientras no se demuestre lo contrario, todos parecen culpables. Supongo que este sentimiento es el que ha llevado a los corredores españoles a plantear su boicot como forma de llamar la atención a su situación de total indefensión ante la opinión pública.
Estoy totalmente en contra del falseameiento de los resultados deportivos mediante cualquier método tramposo. Sea algo tan leve como la pérdida deliberada de tiempo en un partido de fútbol o algo tan grave como poner en peligro la propia vida ingiriendo sustancias dopantes para obtener un mayor rendimiento. Pero deberíamos reflexionar sobre la situación actual del deporte espectáculo y, alejándonos de posiciones hipócritas, intentar compatibilizar el Citius, altius, fortius con el Mens sana in corpore sano.
La práctica del deporte espectáculo está en una encrucijada similar a la que se encontraba en la década de los 70 en relación al llamado amateurismo marrón. El deporte de élite exigía una dedicación que sólo la profesionalidad permitía asegurar. Las trampas estaban al orden del día: empleos ficticios, subvenciones ocultas, mecenazgos confusos. Sólo los hijos de familias con fortuna o los escogidos de los regímenes dictatoriales podían ser auténticos deportistas amateurs.
Prácticamente no quedan deportes sin profesionales. La comunidad internacional, liderada por el COI, dejó de lado la hipocresía y aceptó la desaparición del amateur en el deporte de élite. La profesionalización del deporte espectáculo ha sido un éxito, económico, social, laboral y deportivo. Nunca el deporte había tenido la relevancia y la consideración de que goza actualmente. La parte negativa del asunto está en la presión sobre los dirigentes y los deportistas para seguir avanzando en la consecución del Citius, altius, fortius. Con trampas si es necesario. En el mismo contexto están las trampas de algunos equipos del Calcio o el uso de prácticas dopantes ilegales por parte de corredores cilcistas.
Las actuaciones policiales, las sanciones a los tramposos, la descalificación de los infractores son medidas posiblemente necesarias pero indudablemente insuficientes. Hay que agarrar el toro por los cuernos y tomar medidas de mucho más alcance.
Por un lado profundizar en la educación que fomente un entorno donde las trampas sean rechazadas. Es intolerable que a los chiquillos que empiezan la práctica en deportes de equipo les alienten a simular las faltas de los contrarios o a esconder las propias.
Por otro, llegando a un compromiso en el que el esfuerzo que se exija sea proporcionado a los medios que se permitan uitilizar. Por ejemplo, 3.600 Km en 20 días en pleno mes de julio, con la presión de obtener el máximo rendimiento deportivo y económico no se pueden afrontar sin la utilización de todos los medios disponibles. O se rebajan las exigencias o se canalizan los medios para que estén al alcance de todos en las mismas condiciones y con toda la seguridad exigible.
La práctica del deporte espectáculo está en una encrucijada similar a la que se encontraba en la década de los 70 en relación al llamado amateurismo marrón. El deporte de élite exigía una dedicación que sólo la profesionalidad permitía asegurar. Las trampas estaban al orden del día: empleos ficticios, subvenciones ocultas, mecenazgos confusos. Sólo los hijos de familias con fortuna o los escogidos de los regímenes dictatoriales podían ser auténticos deportistas amateurs.
Prácticamente no quedan deportes sin profesionales. La comunidad internacional, liderada por el COI, dejó de lado la hipocresía y aceptó la desaparición del amateur en el deporte de élite. La profesionalización del deporte espectáculo ha sido un éxito, económico, social, laboral y deportivo. Nunca el deporte había tenido la relevancia y la consideración de que goza actualmente. La parte negativa del asunto está en la presión sobre los dirigentes y los deportistas para seguir avanzando en la consecución del Citius, altius, fortius. Con trampas si es necesario. En el mismo contexto están las trampas de algunos equipos del Calcio o el uso de prácticas dopantes ilegales por parte de corredores cilcistas.
Las actuaciones policiales, las sanciones a los tramposos, la descalificación de los infractores son medidas posiblemente necesarias pero indudablemente insuficientes. Hay que agarrar el toro por los cuernos y tomar medidas de mucho más alcance.
Por un lado profundizar en la educación que fomente un entorno donde las trampas sean rechazadas. Es intolerable que a los chiquillos que empiezan la práctica en deportes de equipo les alienten a simular las faltas de los contrarios o a esconder las propias.
Por otro, llegando a un compromiso en el que el esfuerzo que se exija sea proporcionado a los medios que se permitan uitilizar. Por ejemplo, 3.600 Km en 20 días en pleno mes de julio, con la presión de obtener el máximo rendimiento deportivo y económico no se pueden afrontar sin la utilización de todos los medios disponibles. O se rebajan las exigencias o se canalizan los medios para que estén al alcance de todos en las mismas condiciones y con toda la seguridad exigible.
1 Comentaris:
Tu último párrafo es lo que vengo opinando yo desde que saltó el tema. Por poner un sólo ejemplo y el más conocido, el tour de Francia es una salvajada; ya desde los tiempos en que los ciclistas hacían trampas tomando el tren debería haberse pensando en el inhumano esfuerzo físico a que se les "obliga".
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